LA TÍA ABUELA CARLOTA

De la tía abuela Carlota nos quedó su colorido retrato al óleo entre bellas flores del nuevo mundo al que marchó en busca de su amor de cartas de ida y vuelta.

HERMANOS Y HERMANAS

Hermanos y hermanas que se odian y se aman eternamente, secretos y mentiras con verdades a medias o falsas verdades. A un mismo tiempo, unidos y rotos a la par.

INFANCIA

Infancia de suelos blancos y negros, de literas, de patio con pilón de agua y macetas, de olor a panadería, geranios y tierra, de pavos contestones y azoteas.

ÉL REGRESÓ DE SU TRABAJO

Él regresó de su trabajo aquel día en que se jubiló y se la encontró sonriente en el rellano. Y ella le abrió las puertas de su casa, de su cuerpo y de su alma.

MALDITAS HORAS

Malditas aquellas interminables horas de vinagre silencio que te rajan en canal el alma, esperando su mirada encontrar y su piel volver a rozar en gran momento.

LAS UVAS MIRAN

Las uvas miran, eternas, moradas y verdes, desde su pared de cemento. Y la pera, amarilla, gigante y brillante. Enfrente, la pequeña y verde pera. Ay, mi patio.

SILENCIOSO Y SOLO

Silencioso y solo antes de salir el sol, mi patio de cemento, mármol, hierro, madera de colores y plantas verdes me espera, como cada mañana. Tú, fiel cómplice.

SINTIÓ EL SUBIDÓN

Sintió el subidón de la rápida alegría y la plenitud placentera de la tranquilidad absoluta que calma su fiera interna. Y quedó así absorto tras aquel pinchazo.

YO LA MIRABA

Yo la miraba nadar sonriente, feliz y desnuda en aquel agua de verde transparente y brillantes culebras, donde muy cerca nos quisimos bajo el mágico muérdago.

COMENZÓ A DIFUMINARSE

Comenzó a difuminarse, variando al azul, aquel jueves. Cuando llegara el domingo, él pasaría inadvertido. Y ya olvidado para todos después, siendo transparente.