Quizá el olor a jazmín y ese contínuo gorgoteo de recuerdos en su cabeza lo llevaron hasta la fuente donde años atrás comenzó todo.
Sonaron las campanas y el cielo gris le hizo al sol un hueco cuando se inclinó a beber. Entre las ondas del agua adivinó un rostro que desde el fonde lo observaba y le decía "Soy yo" con rumor acuoso.
Decidido, se quitó reloj, zapatos y ropa, que dejó en el suelo. Desnudo, se zambulló de cabeza en aquellos ojos verdes. Felices fundidos en uno y confundidos como lágrimas en el agua, juntos escaparon por aquel sumidero.